La Reserva Federal y el Banco Central Europeo: Entre el Endurecimiento Monetario y las Proyecciones de Inflación

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La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha decidido mantener inalteradas sus tasas de interés, que actualmente se encuentran en un rango del 5,00% al 5,25%. Sin embargo, se pronostican dos incrementos adicionales modestos en 2023, en respuesta a una economía más robusta de lo previsto y a una desaceleración de la inflación menos rápida de lo esperado.

Las futuras alzas en las tasas de interés tendrán en cuenta diversos factores, incluyendo el endurecimiento acumulado de la política monetaria y los retardos con que dicha política afecta la actividad económica y la inflación. Jerome Powell, presidente de la Fed, afirmó que, aunque aún no se ha decidido nada concreto sobre las futuras tasas, la reunión de julio se considera “abierta” y podría dar lugar a otro incremento.

Según las últimas proyecciones, se espera que la tasa de interés de referencia a un día suba al rango del 5,50%-5,75% para finales de este año. Sin embargo, también se anticipan recortes de tasas de hasta 100 puntos básicos en 2024, a medida que se pronostica una disminución acelerada de la inflación.

Las perspectivas actuales de la Fed y la potencial política de endurecimiento monetario han impactado las acciones estadounidenses, llevando a los inversores a anticipar más subidas de tasas a partir de la próxima reunión de política monetaria en julio.

Mientras tanto, en Europa, el Banco Central Europeo (BCE) ha revisado al alza sus previsiones de inflación, anticipando que el crecimiento de los precios se mantendrá por encima de su objetivo del 2% hasta finales de 2025. La inflación en la zona euro, que llegó a cifras de dos dígitos el año pasado, se ha reducido a la mitad, aunque sigue siendo considerable, en particular en alimentos y servicios.

En respuesta a este escenario, el BCE ha incrementado sus tipos de interés por octava vez consecutiva, estableciendo su tipo de depósito de referencia en el 3,5%, el más alto en 22 años. A pesar de estas medidas, el BCE también tuvo que recortar ligeramente su previsión de crecimiento para este año, dada la recesión leve experimentada por el bloque a principios de año y los recientes indicadores de una producción manufacturera deficiente.

En resumen, la economía global se encuentra en una encrucijada, entre un endurecimiento monetario y las crecientes previsiones de inflación. Tanto la Fed como el BCE se esfuerzan por equilibrar estos factores, con decisiones que seguramente tendrán un impacto significativo en el panorama económico mundial durante los próximos años.

 

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